El Clima de la Tierra es un sistema de una enorme complejidad que ya está empezando a reflejar los primeros síntomas de desequilibrio debido al calentamiento global motivado por la acción del ser humano.
Aunque no de forma homogénea, este calentamiento está provocando ya en todo el planeta alteraciones climáticas crecientes, y un aumento progresivo del nivel del mar, lo que se está traduciendo en un desplazamiento de las áreas climáticas y en un aumento significativo en la intensidad, la recurrencia y el impacto de fenómenos meteorológicos extremos.
La alteración de las áreas climáticas implica modificaciones persistentes en los regímenes de pluviometría y térmicos que caracterizan a los ecosistemas. Esto da lugar a la desaparición progresiva de especies existentes y el reemplazo por otras foráneas adaptadas a estas nuevas condiciones. España es un país muy próximo al continente africano, con un papel importante en el comercio global y con una alta tasa de movilidad personal debido a su potente industria turística. Estos tres factores, sumados a unas condiciones climáticas cercanas a las de zonas con transmisión de enfermedades vectoriales y existencia de plagas vegetales endémicas, hacen que exista el riesgo de que estas enfermedades y plagas puedan desplazarse e instaurarse en nuestra región, potenciadas por el cambio climático.
Con respecto al aumento en la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar, en el caso de las ciudades costeras, como València, desarrolladas en gran medida sobre zonas bajas e inundables y con un amplio frente litoral, la combinación de estos factores, junto con una alta intensidad en la ocupación del espacio, genera un escenario de riesgo aumentado sobre sus infraestructuras y sus habitantes. Escenario ante el que es necesario actuar con medidas que contribuyan, por un lado, a reducir su vulnerabilidad y, por otro, a aumentar su capacidad de resiliencia.
Es esta una realidad compartida con otras ciudades costeras de tipología semejante, y una preocupación principal del Ayuntamiento de València, por tratarse, además, de un problema para el que solo puede esperarse un empeoramiento en las próximas décadas, debido a la enorme inercia de nuestro modelo de desarrollo, y del Clima, como sistema global. Y esto, aun suponiendo una reacción a escala mundial con la ambición y la hoja de ruta que se incluye en las agendas políticas de las principales economías del mundo.
El Ayuntamiento de València es plenamente consciente de esta realidad y de la necesidad de avanzar en la preparación de la ciudad para maximizar la seguridad de sus habitantes y ecosistemas urbanos, la integridad de sus infraestructuras, y su capacidad de resiliencia.
Entre otros ámbitos, entiende necesario disponer de modelos ampliados de análisis de riesgos, sistemas de predicción y planes mejorados de respuesta en todas las áreas mencionadas. Además, considera que es imprescindible reducir la vulnerabilidad del municipio frente a las lluvias torrenciales, las sequías, las olas de calor y los temporales marinos.
Todas estas líneas de actuación se tienen que apoyar en gran medida en soluciones y tecnologías existentes, pero también deben incluir modelos de gestión y tecnologías nuevas que contribuyan a aumentar su eficiencia.
Las temperaturas extremas, en forma de olas de calor, son una de las mayores amenazas a las que se enfrentan las ciudades debido al cambio climático, y suelen tener un impacto mayor sobre los grupos de población con menores ingresos. Sin embargo, estas olas de calor constituyen un peligro predecible, y las ciudades pueden utilizar una amplia gama de tecnologías y estrategias para reducir su impacto en la salud de su ciudadanía y en sus infraestructuras.
Por un lado, se encuentran los sistemas de información geográfica de riesgo térmico, que combinan datos climáticos, urbanísticos y socioeconómicos, junto con información obtenida en tiempo real mediante redes de sensores urbanos, incluyendo sistemas de comunicación destinados a la ciudadanía.
A partir de estos mapas de calor es posible definir estrategias destinadas a enfriar la ciudad basadas en soluciones naturales como los corredores, techos y paredes verdes o el aumento de zonas de arbolado y bosques urbanos. También estructuras artificiales de sombreado y refrigeración, como las marquesinas inteligentes, los toldos y parques de pulverización, y los miniparques acuáticos. Finalmente, hay un gran potencial para el desarrollo y despliegue de revestimientos basados en materiales fríos y superfríos: materiales reflectantes blancos e infrarrojos, y materiales plasmónicos, fotónicos y fluorescentes, que combinan una alta reflectancia y una alta emisividad térmica.
El riesgo de inundación debido a las lluvias torrenciales se está abordando desde el desarrollo de planes avanzados de gestión del riesgo de inundación, y el despliegue de sistemas de mitigación, protección, predicción y respuesta. Cobra especial relevancia la consideración de los efectos del cambio climático en la caracterización de los escenarios pluviométricos de análisis y diseño y, en el caso de ciudades costeras, la evolución futura del nivel del mar.
En el caso de las inundaciones internas de origen pluvial, los sistemas de gestión de riesgos de inundación más eficientes son de tipo dinámico y combinan datos históricos de inundaciones pasadas, información sobre la elevación y el uso del suelo, datos socioeconómicos, urbanísticos y de ubicación de infraestructuras y servicios críticos, modelos hidrodinámicos que tienen en cuenta precipitaciones, sistemas de drenaje, permeabilidad, información hidrogeológica, e información pluviométrica en tiempo real. Todo esto, a fin de determinar espacialmente la peligrosidad, la vulnerabilidad, y la ocurrencia real, y disponer de información suficiente para planificar acciones de mitigación y activar mecanismos de alerta pública y respuesta rápida.
Entre los mecanismos de adaptación, junto a las mejoras de las infraestructuras de evacuación de pluviales, se está poniendo el acento en todo el mundo en el desarrollo de modelos de “ciudad esponja” mediante la introducción de soluciones basadas en la naturaleza, como los sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS). Los SUDS incluyen técnicas de gestión de aguas pluviales y planeamiento urbano que persiguen reproducir y/o restituir los procesos hidrológicos previos al desarrollo urbanístico (infiltración, filtración, almacenamiento, laminación, evapotranspiración), integrando estratégicamente elementos de control de escorrentía en el paisaje urbano. Algunas técnicas SUDS son los pavimentos permeables, cubiertas vegetadas, parterres inundables, cunetas vegetadas, alcorques estructurales, balsas de detención e infiltración, drenes filtrantes, zanjas de infiltración y, en última instancia, humedales artificiales y estanques.
En ciudades con niveles muy altos de las aguas subterráneas, el desarrollo del modelo de ciudad esponja puede necesitar el despliegue de sistemas avanzados de vigilancia y control de los niveles freáticos a fin de evitar un posible impacto negativo en las infraestructuras existentes. Particularmente, en aquellas zonas más próximas a la costa y que van a verse afectadas, por tanto, por la subida del nivel medio del mar.
Con respecto a los temporales y su impacto en las instalaciones costeras, hay que tener en cuenta que las mareas meteorológicas y el oleaje pueden elevar mucho el nivel del mar durante horas, elevando la cota de inundación en las zonas próximas al litoral, lo que requiere de estudios combinados de impacto que tengan también en consideración las infraestructuras de drenaje y saneamiento.
En zonas costeras urbanas, periurbanas, y próximas a instalaciones portuarias singulares, que han sufrido una transformación y degradación profundas del litoral sedimentario natural, frente a las soluciones tradicionales basadas en el despliegue de infraestructuras grises de protección, es importante destacar una tendencia global a implantar modelos de protección basados en la regeneración de sus campos dunares. Estos modelos persiguen recuperar un flujo sedimentario similar al natural y pueden implicar la aportación de millones de m3 de arena desde zonas profundas de la plataforma continental. Además, los arrecifes artificiales y otras actuaciones puntuales pueden favorecer la renaturalización de los fondos marinos y tener una función social turística y deportiva.
Finalmente, la protección del litoral urbano puede exigir soluciones novedosas dirigidas a mitigar los efectos de contraflujos en las desembocaduras de sistemas pluviales, y acciones específicas dirigidas a proteger las infraestructuras críticas con barreras de protección y sistemas de elevación.
El objetivo general de este proyecto es recopilar la información necesaria para preparar un Acuerdo Marco en Compra Pública de Innovación, con diferentes lotes, siempre que el resultado de la Consulta Preliminar al Mercado esté en los términos previstos para la Compra Pública de Innovación. De dicho Acuerdo Marco en Compra Pública de Innovación, emanarán los diferentes contratos basados, tal y como se prevé en la Ley de Contratos del Sector Público.
Cabe señalar que, en función del estado del arte y de las soluciones que se planteen, podrá dar lugar a otros tipos de licitación, ya sean licitaciones de compra pública ordinaria, por estar suficientemente maduro el mercado, o procedimientos de compra pública precomercial, así como procedimientos de asociación para la innovación, si los resultados de la CPM estuvieran en estadios muy tempranos, lejanos a soluciones comerciales.